“Eran gemelos:
Pedro y Pablo Vicario. Tenían 24 años y se parecían tanto que costaba trabajo
distinguirlos. Eran de catadura espesa, pero de buena índole.” (Márquez, 1981,
p.22). Sin embargo, los hermanos eran mucho más distintos por dentro que por
fuera, y en las difíciles situaciones de emergencia, tenían caracteres
contrarios. Pablo era 6 minutos mayor que su hermano, y el más imaginativo y
resuelto de los dos. Pedro, por otra parte, era más sentimental y por lo tanto
más autoritario. La gente del pueblo los veía como unas muy buenas personas, y
no creían que serían capaces de asesinar a Santiago Nasar.
El día del
asesinato de a Nasar, los hermanos llevaban puestos aún los trajes oscuros de
la boda de la noche anterior. Tenían la camisa sucia de un sudor seco y la
barba, que les daba un montuno aspecto. Tras la muerte de Santiago, ambos
estaban cansados y sucios; con la cara y el resto del cuerpo lleno de sudor y
sangre aún viva.
A la edad de 20
años, ambos hermanos se inscribieron para hacer el servicio militar, pero Pablo
Vicario se eximió para quedar al frente de la familia.
Pedro, sin
embargo, tuvo que realizarlo durante once meses, lo que produjo que madurara su
vocación de mandar y la costumbre de decidir por su hermano. Esto hizo que
Pablo desarrollara una rara dependencia hacia él. Tras haber realizado el
servicio militar, regresó con una blenorragia que lo hacía sentir
importante, y con una cicatriz de bala de sedal en el costado izquierdo que
presumía con orgullo. Éste fue el que tomó la decisión de asesinar a Santiago
Nasar.
Eran hijos de
Poncio Vicario y su esposa, Purísima Vicario. Tenían dos hermanos mayores y una
hermana menor, Ángela Vicario, que fue devuelta por su esposo al descubrir que
ésta no era virgen, pero de esto hablaremos más adelante. La familia pertenecía
a la clase media y vivían en una casa bastante modesta, ni muy grande ni muy
pequeña. Ambos hermanos trabajaban como matarifes, y tenían un criadero de
cerdos, que fue una buena fuente de dinero desde que el padre quedó ciego. El
negoció lo inició Pedro, pero su hermano aprendió rápidamente el oficio luego
de que se fuera al servicio militar.
Pero, ¿Por qué estos
hermanos querían matar a Santiago Nasar?
En la época en
la que se desarrolla la historia, era muy importante y sobrevalorada la “honra”,
especialmente en las mujeres. Lo correcto y lo que estaba bien visto era que la
mujer llegara virgen al matrimonio. La hermana de estos gemelos es devuelta por
su esposo, y el motivo era que Ángela Vicario no era virgen. Ella afirma que
Nasar es el culpable. Este hecho hizo que se perdiera la honra de esta chica. Sus
hermanos estaban tan decididos en recuperar la honra de Ángela, que en ningún
instante dudaron en matar a Santiago. Ellos juran firmemente que lo que
hicieron no fue un crimen, solamente hicieron lo correcto.
Finalmente, los hermanos Vicario mataron a Santiago Nasar en la puerta de su casa. Lo apuñalaron múltiples veces con un cuchillo para descuartizar y otro para limpiar. Luego de un juicio, pasaron tres largos y terribles años en la cárcel. Tras ser liberados, Pablo se casó con Prudencia Cortés, su novia. Pedro, al no tener nada que hacer, se reintegró en las fuerzas armadas, y no se supo nada más de él.
Finalmente, los hermanos Vicario mataron a Santiago Nasar en la puerta de su casa. Lo apuñalaron múltiples veces con un cuchillo para descuartizar y otro para limpiar. Luego de un juicio, pasaron tres largos y terribles años en la cárcel. Tras ser liberados, Pablo se casó con Prudencia Cortés, su novia. Pedro, al no tener nada que hacer, se reintegró en las fuerzas armadas, y no se supo nada más de él.
[Publicado el 12/9/2017 a las 18:15]
[Aquí aparecen los hermanos Vicario junto a la que parece se Clotilde Armenta, en una obra de teatro] (http://nasaria.wikia.com/wiki/Pedro_y_Pablo_Vicario)
Prudencia Cortes: Al mirar esto, me doy cuenta de que no podría estar más orgullosa de mi esposo, Pablo. Por supuesto que sabía en que andaban y es obvio que estaba de acuerdo. Jamás me hubiera casado con él si no cumplía con su deber de hombre.
ResponderEliminarLázaro Aponte (alcalde):¡Desgraciados! Jamás hubiera pensado que serían capaces de desobedecer las órdenes del alcalde del pueblo. Los mandé a dormir, les quité los cuchillos y aún así no me hicieron caso. En cierto modo, también es culpa mía… para mí en ese instante fue más importante confirmar una partida de dominó que la vida de uno de mis ciudadanos.
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ResponderEliminarClotilde Armenta: ¡Ay muchachos, yo siempre les tuve mucho aprecio!. Al principio no creía (más bien, no quería creer) que ustedes, un par de niños serían capaces de cometer ese crimen. Le supliqué a todo aquel que pasara por mi tienda que intentara detenerlos, pero no me hicieron caso, nadie. “Sólo quería librar a esos pobres muchachos del horrible compromiso que les ha caído encima” (Márquez, 1981, p.26).
ResponderEliminarValoro mucho el estilo de los comentarios, de verdad que son muy acorde a las características de los personajes.
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